El 21 de octubre celebramos la memoria del beato Carlos (1887-1922), emperador de Austria, rey de Hungría y Bailío Gran Cruz de Honor y Devoción en la Orden de Malta, y el último monarca perteneciente a la casa de Habsburgo y Lorena que gobernó en Europa Central.
Fue beatificado por el papa san Juan Pablo II. Heredero de una tradición de monarquía católica que se remonta al Imperio Romano, el beato Carlos luchó por actualizarla lo suficiente para que sobreviviera en el mundo moderno.
Valiente soldado, subió al trono durante una guerra en la que no participó, y lo arriesgó todo para poner fin al sangriento conflicto. Traicionado por aliados, enemigos y súbditos, su profunda devoción al Santísimo Sacramento, al Sagrado Corazón y a la Virgen María lo ayudó a evitar odiar a quienes lo agraviaban.
Dedicado a su esposa e hijos, con la ayuda de su amada Zita -declarada recientemente Sierva de Dios-, logró llevar una buena vida familiar católica a pesar de todo.
En una vida llena de señales y milagros antes y después de su muerte, el beato Carlos combinó una profunda piedad con un gran sentido práctico como hombre y como gobernante.
Damos gracias por el heroico ejemplo de este santo esposo católico, padre, rey, emperador y caballero de Malta, y le pedimos que interceda por Chile, por la familia, por la Iglesia, por nuestra Orden y por el mundo entero.